En la era de la hiperconectividad y la inmediatez, surge un movimiento que nos invita a desacelerar. Se trata de un enfoque vital que propone alternativas a la frenética carrera en la que muchos nos vemos inmersos, ofreciendo una forma más consciente y satisfactoria de experimentar el día a día.
¿Qué es el Slow Life?
El Slow Life, término que traducido vendría a ser algo así como «vida lenta» o «vida pausada» es una filosofía y un estilo de vida que aboga por reducir el ritmo de las actividades cotidianas. No se trata de hacer menos, sino de hacer las cosas con mayor conciencia, disfrutando del proceso y no solo del resultado.
Este movimiento propone, además, reconectar con el entorno, potenciando las relaciones «en directo», en contraposición con lo virtual, y favoreciendo, en última instancia, la interconexión con nuestro ser interno al que, con frecuencia, tenemos postergado a un segundo plano. Quién practica este modo de vida, prioriza la calidad sobre la cantidad en todos los aspectos de la vida. Desde la alimentación hasta el trabajo, pasando por el ocio y las relaciones personales, el Slow Life nos invita a vivir de una manera más plena y significativa.
Beneficios de la filosofía Slow Life
Adoptar un estilo de vida más lento y pausado puede aportar numerosos beneficios para nuestro bienestar físico, mental y emocional, incidiendo en la mejora de la calidad de vida. Entre otros aspectos, cabe destacar los siguientes:
Mejora de la salud integral: un cuerpo estresado es un cuerpo agotado. Los sistemas biológicos sobrecargados disminuyen su efectividad, favoreciendo enfermedades orgánicas. Una vida más pausada promueve, por el contrario, una optimización del funcionamiento corporal y una mejora notable de la salud, tanto física como mental y emocional. Igualmente, las actitudes de lentificación de la vida fomentan un mayor contacto con el entorno natural, lo que tiene efectos positivos en cuanto a salud y bienestar.
Mejora de las relaciones: no cabe duda de que, al disminuir la velocidad, la interacción social también se ve favorecida, especialmente en cuanto a su calidad. El contacto con nuestros seres queridos se fortalece, profundizando las conexiones, y los vínculos con amigos y familiares se enriquecen, mejorando la experiencia del contacto tú a tú.
3. Incremento de la creatividad: cuando la mente está descansada y libre de presiones constantes se muestra más propensa a generar ideas innovadoras. Es en este escenario antiestrés, en el que la vida se simplifica, cuando las soluciones llegan en mayor medida y con mayor originalidad. Al mismo tiempo, tomarnos el tiempo necesario para reflexionar, hace que las decisiones sean más acertadas y se alineen con nuestros valores
Aumento de la productividad: aunque pueda parecer contraintuitivo, hacer las cosas más lentamente y con mayor concentración, incrementa la productividad y efectividad, favoreciendo, además, la conciliación entre vida laboral y familiar. Estudios recientes, como los llevados a cabo por la Universidad de Harvard o los de la Universidad de California, ponen de manifiesto los beneficios que un ambiente slow proporciona en lo relativo a mejorar el rendimiento laboral. Por otro lado, empresas de primer nivel, como Google o SAP (un gigante de la informática) están promoviendo, desde hace tiempo, los espacios de trabajo enfocados en la calma y el bienestar mental y emocional de sus empleados.
Aumento del placer de vivir: el incremento de nivel de conciencia que nos aporta pisar el freno permite que valoremos y disfrutemos más de los pequeños placeres cotidianos, saboreemos los detalles y seamos mucho más conscientes de las bendiciones de las que disfrutamos en nuestra vida. Un coctel de experiencias positivas que van a contribuir a incrementar el disfrute y la sensación de felicidad.
Practicar el Slow life: introducir esta modo de vida en tu rutina
Si deseas comenzar a implementar los principios del Slow Life en tu día a día, aquí tienes un ejemplo de plan gradual para conseguir hacerlo de una manera sencilla y efectiva en pocas semanas:
Semana 1: Conciencia del tiem
Observa cómo utilizas tu tiempo durante una semana, a que tareas dedicas más horas
dentifica que las actividades que te estresan y/o realizas de manera automática.
Semana 2: Desconexión digital
Establece períodos diarios libres de dispositivos electrónicos. En especial, aléjate del teléfono móvil y siléncialo.
Elije con cuidado lo que ves en televisión. Selecciona aquello que te deja buen dsabor de boca y reduce el tiempo de visionado.
Semana 3: Simplificación
Ordena tu espacio de trabajo o tu hogar: el orden externo se refleja en el interno y viceversa.
Elimina compromisos no esenciales de tu agenda y date respiros entre tareas.
Semana 4: Reconexión social
Programa más encuentros cara a cara con amigos o familiares. Incrementa el contacto directo y comunícate sin prisas, centrándote en lo que estás.
Practica la escucha activa en tus conversaciones. Entrénate en enfocar tu atención en el otro y desconecta de tu diálogo interior.
Semana 5: Slow Food
Cocina al menos tres comidas semanales desde cero, desde escoger los ingredientes hasta elaborar el plato por completo. Intenta escoger productos locales y de temporada.
Practica la atención plena durante el las comidas, sin distracciones. Mastica con lentitud y disfruta los sabores.
Semana 6: Ocio consciente
Dedica un tiempo diario a una actividad que te guste, disfrutándola sin prisa.
Practica la contemplación en la naturaleza. Pasea por el mero placer de hacerlo y escoge, siempre que te sea posible, entornos naturales. Hacerlo solo, sin compañía, favorecerá en mucho una buena práctica contemplativa.
Semana 7: Trabajo pausado
Implementa la técnica Pomodoro: 25 minutos de trabajo concentrado seguidos de 5 de descanso.
Prioriza tus tareas y aprende a decir “no” a lo no esencial.
Semana 8: Evaluación y ajuste
Reflexiona sobre los cambios implementados. Llevar un diario donde anotes todo aquello que te resulte llamativo o relevante durante las siete semanas anteriores, resultará imprescindible para poder hacer una evaluación pausada y eficaz
Identifica qué prácticas te han resultado más beneficiosas, cuales te han resultado más fáciles, cuáles se te han resistido, y elabora un plan que te permita introducir los cambios pertinentes en tu rutina diaria.
Sé constante en la aplicación de estos cambios. Nunca se valora lo suficiente la importancia de la persistencia para lograr cualquier cambio o mejora.
El futuro del movimiento Slow life
A medida que la sociedad toma conciencia de los costos que el ritmo frenético en el que vivimos impone en términos de salud, relaciones interpersonales, autosatisfacción, productividad y sostenibilidad ambiental, es probable que el movimiento siga ganando más adeptos.
Algunos expertos predicen que veremos una integración cada vez mayor de los principios del Slow life en diversos ámbitos:
Educación: sistemas educativos que valoren la reflexión, la creatividad y el aprendizaje personalizado sobre la memorización y los exámenes estandarizados.
Urbanismo: diseño de ciudades hechas a la medida del ser humano y que fomenten la vida de barrio, los espacios verdes y el transporte sostenible.
Salud: un enfoque sanitario que priorice la prevención y el tratamiento holístico sobre la mera prescripción de medicamentos.
Tecnología: desarrollo de herramientas digitales que nos ayuden a desconectar y a gestionar nuestro tiempo de una manera más efectiva en vez de ser meros entretenimientos insustanciales que solo contribuyen a crear adicciones.
Economía: Modelos económicos que valoren el bienestar humano y la sostenibilidad por encima del crecimiento desaforado.
El Slow Life no propone volver a un pasado idealizado, sino encontrar un equilibrio más saludable dentro del mundo moderno. Se trata de disfrutar de un estilo de vida más consciente, valorando mucho más nuestro tiempo de modo que podamos optimizar el esfuerzo y economizar energía. Una filosofía de vida que nos ayuda, sin duda, a tomar mejores decisiones y a vivir de una manera más plena y satisfactoria.