Entre la península de Yucatán y la isla de Cuba, se encuentra otra de las candidatas a ser la mítica Atlántida que describió Platón hace más de dos mil años
Corría el año 2001 cuando una pareja de científicos canadienses, que exploraban con un sonar el fondo marino de la península de Guanahacabibes, encontraron algo inesperado. La expedición de la empresa Advanced Digital Communications en colaboración con el gobierno cubano, intentaba encontrar alguno de los cientos de barcos españoles hundidos en la zona durante la época colonial, y su posible carga de oro. Nada más lejos de la realidad, el sonar detectó unas estructuras pétreas con formas geométricas definidas y simétricas, lo que parecían pirámides y paredes pulidas. Tal vez, lo que podían ser los vestigios de una ciudad perdida en los abismos del tiempo a la que decidieron bautizar con el nombre de Mega.
El descubrimiento inmediatamente fue catalogado por los entusiastas de la Atlántida como el posible vestigio de la mítica ciudad a la que Platón hace referencia en los diálogos Timeo y Critias. En un área de dos kilómetros cuadrados, a una profundidad de entre 600 y 750 metros, se encontraba lo que parecían restos de algún tipo de desarrollo urbanístico muy organizado, que dataron con una probable antigüedad de 6000 años. La época en la que oficialmente comenzó la historia, con las civilizaciones de Mesopotamia y Egipto, al amparo de los ríos Tigris, Éufrates y Nilo.
Sin embargo, había quien opinaba que todo tenía un origen natural, que era un caprichoso producto de la naturaleza, ya que en aquella zona se habían producido deslizamientos de terreno, y de hecho se seguían produciendo. Las hipótesis sobre el origen de estas formaciones empezaron a surgir en diferentes direcciones, que además del origen natural y la construcción artificial, incluían la posibilidad de que se tratara de los vestigios de una isla hundida por algún tipo de cataclismo, o incluso una conjunción de todas las causas anteriores.
También se pensó en los mayas. La civilización maya destacó por su desarrollada arquitectura y su pericia como navegantes, no se podía descartar que hubieran llegado hasta allí y que ellos fueran los artífices de aquellas construcciones. No obstante, esta hipótesis chocaba de frente con la datación de los restos, muy anterior a la aparición de la civilización maya, e incluso de su predecesora, los olmecas.
La historia se ha ido olvidando, y se suma a enigmas pendientes de resolución, como el origen de las ruinas de Yonaguni, otra pretendida ciudad sumergida en las costas de Japón y datada por algunos con más de cinco mil años de antigüedad.
Los océanos son la asignatura pendiente de la humanidad a nivel de exploración. Estamos explorando el espacio, conjeturando que planetas podrían poseer las condiciones idóneas para albergar vida tal y como la entendemos, pero no conocemos a fondo nuestro propio planeta. Se estima que más del 80% del océano es territorio desconocido, con lo que cualquier cosa podría estar esperando por nosotros en las profundidades, incluso ciudades que demuestren que la civilización humana es más antigua de lo que afirma la historia oficial. Mientras tanto, a los pies de la isla de Cuba, Mega duerme acunada por las corrientes marinas del Caribe.