¿Es la corrección política imperante el verdugo de la novela?

En los últimos años la creatividad literaria se ha visto coartada por una ola de corrección política

La ola de corrección política ha tenido un impacto en varios aspectos de la literatura contemporánea, incluyendo la novela de terror. Aunque es importante destacar que no todos los autores y obras se han visto afectados de la misma manera, ya que existen diversas perspectivas y enfoques dentro del género.

Seguramente estaremos de acuerdo en que el terror definitivo es el miedo a la muerte, y más si esta llega de la forma más desagradable, imaginable. ¿Pero qué sucede cuando esto choca con la corrección política imperante? ¿Como defender la creatividad del autor ante el juicio moral y ético al que son sometidas muchas creaciones por los gurús y guardianes de la moralidad y las buenas formas?

Hay quien opina que la corrección política no limita la creatividad o la capacidad de explorar temas oscuros y perturbadores en la novela de terror, sino que invita a una mayor responsabilidad y conciencia sobre cómo se representan ciertos aspectos en la ficción. Arguyen que esto puede llevar a una mayor diversidad y profundidad en las historias, abriendo espacio para nuevas voces y perspectivas en el género de terror contemporáneo. 

 En el caso concreto de la literatura de terror, desde un punto de vista práctico, y obviando otro tipo de disquisiciones más sesudas, es inconcebible que el terror sea empático o amable. Más bien, para que cumpla su función de aterrorizarnos, debe ser todo lo contrario. Debe ser desagradable e insano, surgir de los rincones más oscuros de la mente humana, donde las leyes que rigen nuestra realidad cotidiana ni existen ni se les espera. Debe representar todo aquello que no queremos en nuestra vida, y que por eso mismo, nos aterroriza. En definitiva, la corrección política debe ser la fuente de la que la novela de terror extraiga nueva formas para aterrorizarnos, no la biblioteca de temas prohibidos que pretenden algunos. 

En todo caso, siempre se puede sacar algo positivo de cualquier situación, y esta no va a ser la excepción. Es posible que la corrección política haya influido en la representación de los villanos y antagonistas en la novela de terror. Se ha vuelto menos común recurrir a estereotipos negativos basados en la raza, etnia, género o cualquier otra característica. Los escritores están desafiando los clichés y presentando antagonistas más complejos y multifacéticos, lo que aporta una mayor profundidad a las historias y a los conflictos. Al césar lo que es del césar.

Sin embargo, la ficción, por definición, como producto de la creatividad, debiera ser independiente de cualquier responsabilidad posterior en cuanto a su fondo y forma, en tanto en cuanto, se supone que su fin último es proporcionar placer, divertir, o en el peor de los casos matar el tiempo. La ficción no debería ser una enorme aula donde aprender a comportarnos como personas civilizadas y empáticas, ya existe un aula donde deberíamos aprender a desenvolver esas habilidades y comportamientos, se llama realidad.