Me imagino que aquí estará de por medio, como en todo lo que rodea al fútbol, y más, a la FIFA. Hace tiempo que dejó de ser un deporte para ser un negocio. Cuando yo era más joven, esperábamos el Mundial cada cuatro años. Era exótico ver la Copa del Mundo. No queríamos perdernos nada y nos sentábamos al televisor para ver un Costa Rica contra Corea, por ejemplo. Era fútbol en su máxima expresión. Entendíamos cómo era la competición. Una fase de grupos, y luego las eliminatorias. Simple, fácil. Y todo, se desarrollaba en un país que, poco a poco, íbamos conociendo a través de los partidos. Las selecciones se concentraban en las ciudades en las que les tocaba jugar. Era todo con una parafernalia en la que lo que primaba era que todas las selecciones compitieran en igualdad de condiciones.
Ahora llega el Mundial 2030. ¿El nuestro? Porque yo ya no lo siento tan nuestro. Empezamos compartiendo sede con Portugal. Entendible. Somos hermanos y como buenos hermanos lo compartimos todo. Llegó la inclusión de Marruecos y ya metimos en casa al primo, bien avenido, pero primo; de su padre y de su madre. Quizás por ganar votos en la elección de sede o por cuestiones de política que se nos escapan a los ciudadanos de a pie, se les incluyó en el Mundial España-Portugal-Marruecos. Ya, la FIFA, empieza a tomar un rumbo que lo separa de una de las cosas que le ha dado más éxito: concentrar todas las miradas del mundo en un solo lugar. Mi opinión es que no es una buena estrategia de marketing el diversificar las sedes.
Y, por si fuera poco, ahora metemos en casa a unos primos de América. Varios partidos se jugarán en el sur del continente (concretamente en Uruguay, Argentina y Paraguay). No han explicado cómo se haría. Me imagino que el partido inaugural y todos los del grupo de ese partido se jueguen ahí, porque si no, esas selecciones que jueguen en América acumularán un cansancio que no tendrán las demás al tener que hacer un viaje extra y un aclimatamiento que les puede pasar tremenda factura. Esto incide negativamente en la máxima de la igualdad de oportunidades. Ya veremos más adelante. Por lo pronto les cuento que, ir a ese mundial, será mi regalo de jubilación. ¡¡¡Vamos Españaaaaa!!!