El origen de nuestro linaje, espero que me perdones por suponer que eres un ser humano, no está del todo definido. Un nuevo descubrimiento añade algo de luz a la oscuridad relativa sobre la evolución de nuestra especie. Suena contradictorio, pero, como dice el Tao Te Ching: «Saber que no se sabe, eso es verdadero conocimiento. No saber qué se sabe, eso es enfermedad».
Todo parte del hallazgo de dos momias que vivieron en el Sahara cuando este era una fértil sabana, un vergel. Como sabéis, las momias son seres humanos eviscerados y desecados. Aclaro, que para ser momia hay que tener desecado todo el cuerpo, no solo el cerebro. Esto deja fuera a Donaldo Trump y a sus seguidores, por ejemplo. El caso es que se ha secuenciado el ADN de las susodichas y los resultados han dejado a los científicos con la misma cara que puso Feijóo, la primera vez que se metió una raya. Para los despistados, los científicos quedaron patidifusos y muy excitados.
El descubrimiento ha sido realizado por un equipo internacional de investigadores dirigido por expertos del Instituto Max Planck de Antropología Evolutiva en Leipzig, Alemania. Cuando hay alemanes por medio, para bien o para mal, la cosa es seria. Los germanos son gente trabajadora, tanto para definir un sistemático método de exterminio como para fabricar coches de la más avanzada tecnología: gente seria.
Hace 7.000 años vivieron dos mujeres, que por avatares de la vida que no vienen al caso, terminaron como momias en el Instituto Max Planck de Leipzig. Para que luego digan que las mujeres no pintaron nada en la historia de la humanidad. Estas señoras o señoritas, vivieron en lo que ahora es el suroeste de Libia. Ambas pertenecieron a un linaje norteafricano que vivió aislado del resto del mundo, durante el llamado Período Húmedo Africano (nada, entre 14.500 y 5.000 años atrás). Lo que descubrieron estos investigadores es nada más y nada menos que una rama desconocida del árbol genealógico humano.
El genoma de estas dos personas no es de ascendencia subsahariana como correspondería. Además, presentan otra característica singular. Presentan un limitado porcentaje de ADN Neanderthal, diez veces menos que cualquier población humana de fuera de África, pero algo tienen. Esto indica que aunque permanecieron aislados mientras el Sahara fue un vergel, llegaron a tener contactos con poblaciones externas. Como sabéis, todas las poblaciones humanas excepto las africanas, cuentan con un pequeño porcentaje de genes neandertales.
Han corrido regueros de tinta intentando describir y determinar la evolución humana. Si no van a correr más, es porque ahora casi todo el mundo escribe en digital. En todo caso, cuando más descubrimos, más puertas se abren con respecto a dicha evolución. Existen muchas preguntas sin responder al respecto. Más allá de cómo es posible que un ser como Javier Milei pertenezca a la misma especie que el descubridor de la penicilina, Alexander Fleming; lo que está meridianamente claro es que la evolución humana dista de ser lineal. Es un cúmulo de idas y venidas, de divergencias y confluencias. Lo que viene siendo como las discusiones familiares durante la cena de Nochebuena, con unos estas de acuerdo, con otros no, … La vida.
Fuente: FunMe – Diviértete aunque te duela
