Lo difícil no es hacer lo que quieres sino saber lo que quieres
El propósito de una vida es su razón de existir, aquello que hace que se active cuando el sol asoma por el horizonte, el motor que pone en movimiento la maquinaria que soporta su existencia y, en definitiva, el objetivo hacia el que se dirige. Un camino seguro hacia la paz y la felicidad.
Para encontrarlo solo tenemos que dedicarle algo de tiempo (seguramente mucho menos del que empleamos en ver la TV o salir a tomar unas copas). A continuación, algunas herramientas útiles que te simplificarán la labor:
Busca en tu infancia y adolescencia: Los albores de tu existencia son los que más cerca están de mostrar la mejor opción. Todos llegamos a este planeta con uno o varios propósitos de vida que vamos olvidando a medida que pasan los años y nos involucramos, más y más, en los asuntos diarios.
Por eso, retrotraernos a nuestros recuerdos de infancia, juventud y adolescencia nos darán muchas pistas. ¿Qué me gustaba hacer, entonces?, ¿qué repetía una y otra vez?, ¿qué cosas me atraían?, ¿con qué vibraba?, ¿qué hacía latir mi corazón de manera especial?
Diario de identidad: se trata de un diario orientado a descubrir quién soy y que quiero. Es un medio efectivo para descubrir actividades que tienen que ver con mis intereses más profundos. Para elaborarlo necesitaras tiempo. No tengas prisa, puedes irlo creando y refinando poco a poco. Es algo que, además de divertirte, te descubrirá muchas cosas que estaban dormidas y necesitaban despertar
Su elaboración requiere de varios pasos:
- ¿Qué me diferencia de los demás?: en esta primara parte, elige un conjunto de personas próximas y significativas en tu vida. Escribe lo que crees que te diferencia de cada una, de su modo de ser.
- ¿Qué me hace especial?: anota aquellas cosas que amas y adoras hacer. Junto a cada una, incluye la razón por la que te atrae y los sentimientos que provocan en ti (placer, alegría, seguridad…)
- Mis logros y mis fracasos: para esta tercera parte, deberás hacer recuento de lo que consideras son logros en tu vida, así como de aquellas cosas que calificas como fracaso. Anota, también, al lado de cada uno de tus logros lo que crees que aportaron a tu vida y/o a la de los demás. Para los fracasos, explica las razones que te hacen considerarlos como tales.
Cuando hayas terminado tu diario, repásalo varias veces, hasta encontrar interrelaciones entre los diferentes apartados, y una visión sobre ti, tus intereses y tus capacidades comience a formarse en tu conciencia. Tomate tu tiempo. Repite el proceso varios días. Finalmente descubrirás el común denominador de todo ello. Es el momento de tomar nota de todo ello.
El viaje: Para hacer este ejercicio, imagínate que estás viajando en tren y que desconoces tu destino, aunque dispones de muchas pistas para descubrirlo. Además, una vez sepas a dónde vas, tendrás la oportunidad de cambiar de tren si hacia dónde vas no te gusta. Consta de dos fases:
Hacia donde voy: este apartado es un acto de sinceridad contigo mismo/a. Viéndote desde fuera, recordando lo que has hecho hasta ahora, y lo que ahora mismo es tu vida, mira hacia adelante, inspecciona el paisaje que viene a continuación. ¿Hacia dónde crees que te diriges?, ¿cuál es el destino del tren de tu vida actual?
Date tiempo, emplea varios días si es necesario. No tengas prisa. Acabarás por verlo claro. Solo repasa los hechos relevantes de tu pasado, los de tu vida actual y deduce hacia dónde te diriges si sigues por el mismo trayecto.
Hacia donde me gustaría ir: ¿Estás conforme con la dirección hacia la que te lleva este convoy?, ¿es la ruta que hubieses elegido? ¿Sí? Perfecto, entonces. Continua con tu vida en la misma dirección, ya has encontrado tu mejor propósito.
Por el contrario, si no te gusta hacia donde te diriges, entonces necesitas cambiar de tren. Piensa en el destino que te gustaría tener. Cierra los ojos e imagina el paisaje que te espera, más allá de tus sueños. ¿Cómo es?, ¿comparte algo con el actual o es completamente distinto? Descríbelo, anota sus características más relevantes, describe como te sentirías estando allí.
Luego, imagina los cambios que necesitas hacer en tu vida actual para encontrarte con el nuevo paisaje. ¿Qué hay que modificar?, ¿qué necesitas que mejorar?, ¿qué debes eliminar?
Ponerte manos a la obra es el último paso de este camino de cambio. Es el más importante. La constancia y el valor necesario para salir de la zona de confort son tus armas para lograrlo.
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